La enfermedad hepática metabólica (EHmet), anteriormente conocida como esteatosis hepática no alcohólica, es una enfermedad emergente de alta prevalencia y la causa principal de hepatopatía crónica a nivel global1. A pesar de la importancia de esta enfermedad, su prevalencia está infraestimada por su carácter asintomático. Además, los datos varían según el método utilizado para su diagnóstico. La biopsia hepática, que es el patrón oro para el diagnóstico de EHmet, es un método invasivo no exento de complicaciones y por lo tanto no puede utilizarse como cribado.
Se trata de una enfermedad con capacidad para progresar a cirrosis hepática y hepatocarcinoma. Es, además, una enfermedad multisistémica que afecta a diversos órganos extrahepáticos y vías reguladoras, y es conocida como el componente hepático del síndrome metabólico (Smet), siendo la resistencia a la insulina el mecanismo fisiopatológico en común que conecta estas enfermedades. La EHmet se ha convertido en un problema creciente de salud pública, ya que su prevalencia aumenta de manera paralela a las pandemias de obesidad y diabetes mellitus tipo 2 (DM2).
En este estudio transversal de Bernal-Reyes et al.2, se estudió a 585 voluntarios mediante FIB-4 y ecografía abdominal, realizándose Fibroscan® a aquellos sujetos que mostraron datos sugestivos de fibrosis. La prevalencia de EHmet fue del 41.3%, superior a los estudios más recientes sobre prevalencia global (25%)3, si bien es cierto que la prevalencia varía en función de la población estudiada y la etnia de los individuos, siendo la mayor en hispanos (45%)4. Esta variación étnica no ha sido totalmente explicada, pero es probable que sea una combinación de factores genéticos y ambientales. Por otra parte, la EHmet fue más prevalente entre los hombres mayores de 50 años, con mala alimentación y sedentarismo. Tal y como se ha evidenciado en estudios previos5, los factores de riesgo de esta enfermedad fueron sexo masculino, obesidad, Smet y ALT elevada. Además, recíprocamente, se ha demostrado que los pacientes con EHmet y fibrosis significativa tienen más riesgo de desarrollar DM2 e hipertensión arterial6. Por otra parte, estos pacientes con EHmet tenían mayor predominio de grasa visceral, que se ha asociado en otros estudios con la presencia de fibrosis hepática7. Por último, tal y como cabría esperar, la correlación entre FIB-4 y Fibroscan® fue baja (r=0.23 y AUROC 0.6), dado que se trata de pruebas complementarias que se deben hacer de manera secuencial. Este estudio sigue las recomendaciones propuestas recientemente por la EASL8, de seleccionar a la población de riesgo y en aquellos con FIB-4 elevado, realizar estudio de la fibrosis mediante Fibroscan®.
La prevalencia de EHmet, aun utilizando una población de México (voluntarios trabajadores de universidad) con mayor nivel social y educativo que la población general, es muy alta. Confirma la estrecha relación con el Smet, pudiendo ser considerada como la parte hepática de una enfermedad sistémica con importante repercusión clínica. En algunos países se ha convertido ya en la principal causa de enfermedad hepática terminal, de cáncer y de necesidad de trasplante3.
Pero no hay que olvidar que esta es una enfermedad prevenible. Las autoridades de Salud Publica en México deberían leer con detenimiento este estudio para establecer las medidas de prevención adecuadas y evitar un tsunami de enfermos en los próximos años.
FinanciaciónNo se recibió patrocinio de ningún tipo para llevar a cabo este artículo.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.