Presentamos el caso de una paciente de 16 años, originaria del sur del estado de Puebla, México. En sus antecedentes destaca la convivencia con mascotas caninas y la cría de ovejas por la familia de la paciente. La escasa sintomatología de la paciente hizo sospechar una lesión benigna. Los estudios practicados que incluyeron una exploración laparoscópica nos orientaron a considerar el manejo. quirúrgico para un quiste no parasitario. Ante la persistencia del dolor sordo en el hipocondrio derecho se decidió una nueva exploración esta vez a cielo abierto la cual descubrió un quiste hidatídico joven y activo, no complicado, de 6cm de diámetro, que fue manejado quirúrgicamente con éxito, el diagnóstico definitivo fue aportado por el patólogo, el cual demostró la presencia de las 3 cubiertas características del quiste parasitario, histológicamente compatible con Echinococcus granulosus. La evolución postoperatoria fue sin incidentes, el ultrasonido de control mostró la restitución completa del parénquima hepático.
We present herein the case of a 16-year-old female from the southern portion of the State of Puebla, Mexico. When gathering her past medical history, it was revealed that she had grown up with pet dogs and that her family raised sheep. Because the patient presented with few symptoms, a benign lesion was suspected, and after laparoscopic exploration, the possibility of surgical management for a non-parasitic cyst was considered. A dull pain in the right hypochondrium persisted and open surgical exploration was performed in which a 6cm young, active, uncomplicated hydatid cyst was discovered. Its surgical removal was successful and the pathologist provided the definitive diagnosis. The three layers characteristic of a parasitic cyst were present and it was histologically consistent with Echinococcus granulosus. Postoperative progression was unremarkable and the control ultrasound study revealed complete restitution of the hepatic parenchyma.
Los objetivos de esta comunicación son dar a conocer el primer caso de quiste hidatídico (qH) ocurrido en el Estado de Puebla, según el departamento de Epidemiología de la Secretaria de Salud, subrayar las características de esta parasitosis y las modalidades de tratamiento actual del qH. El presente caso tuvo la apariencia de un quiste solitario simple, la laparotomía y la exploración directa del mismo permitieron sospechar su naturaleza parasitaria. El manejo operatorio fue decidido por la persistencia de la sintomatología y las dimensiones del quiste. El presente caso hace tener en consideración la posibilidad de una parasitosis, ante un quiste voluminoso, aun cuando en los estudios de imagen no se tengan suficientes elementos para pensar en ello, y durante la operación, cuando se encontró un líquido de aspecto agua de roca en el interior del quiste y la membrana blanquecina característica.
Caso clínicoPaciente mujer, de 16 años de edad, que inició su afección en el mes de enero del 2011, con dolor leve en el hipocondrio derecho, por lo cual su médico tratante le indicó un ultrasonido. El ultrasonido reveló la presencia de una imagen anecoica redondeada, de aproximadamente 6cm de diámetro en el segmento vii del hígado (según la segmentación de Couinaud). A su ingreso, los exámenes de laboratorio básicos (biometría hemática, química sanguínea y pruebas de coagulación) fueron normales. Los eosinófilos fueron reportados en 0%. No fue posible solicitar otros estudios. Sometimos a la paciente a una exploración laparoscópica el día 27 de enero del 2011. La exploración no permitió visualizar el quiste dada su localización posterosuperior, por lo que, 2 semanas más tarde, y ante el incremento del dolor que se hizo de tipo sordo e impedía la correcta ingesta de alimentos de la paciente, se le practicaron un nuevo ultrasonido y una tomografía axial computarizada de abdomen y se ubicó correctamente el quiste en el segmento viii de Couinaud (fig. 1A-B).
Se efectuó una laparotomía subcostal derecha con esta localización precisa y se abordó directamente el quiste para puncionarlo, extrayendo líquido claro con aspecto agua de roca, que se envió a patología. Posteriormente, se efectuó una ventana al retirar la parte superior de su cápsula. Fue entonces que se mostró diferente de los quistes simples biliares del hígado, pues se observó una segunda capa formada por un tejido blanquecino (fig. 2), la cual tapizaba completamente el interior. Esta segunda capa fue extraída completamente después de aislar el resto del abdomen con compresas quirúrgicas y la cavidad del quiste fue impregnada con solución salina hipertónica mediante una compresa que fue mantenida en el interior durante 10min. La operación fue terminada con una omentoplastia del epiplón mayor pediculado.
El resultado de patología del líquido fue negativo para malignidad y tuvo trazas de material proteinoide. La pieza quirúrgica se mostró como la capa granulosa de un quiste de Equinococcus granulosus (EG) (fig. 3A-C).
La evolución postoperatoria fue sin incidentes, lo que permitió dar de alta a la paciente a las 24 h de su cirugía y observarla por un año, tiempo en el cual que se mantuvo asintomática. Los mismos estudios de laboratorio un mes más tarde mostraron eosinófilos en 0%, con los demás parámetros normales.
El ultrasonido efectuado 11 meses después de su intervención mostró la restitución total del parénquima hepático afectado por el quiste (fig. 3B).
DiscusiónLa equinococosis es una zoonosis cosmopolita y ha sido reportada en Europa, Australia, Nueva Zelanda, Asia, África, América del Sur y Canadá. La información en México es limitada y para algunos autores la enfermedad humana es casi ausente1. En la literatura pertinente consultada encontramos casos reportados en Durango, Oaxaca, Zacatecas, Nuevo León, Guanajuato, Estado de México y México DF1-3.
El humano es hospedero accidental3 y adquiere la hidatidosis quística primaria por ingestión de huevecillos excretados por los carnívoros infestados. El quiste puede medir desde 1 a 15cm o más, creciendo a un ritmo de 1cm/año3. El líquido contenido generalmente es claro y en la capa germinal se encuentran protoescólices producidos por gemación. Clínicamente, el quiste hepático puede permanecer asintomático durante años y los síntomas dependen de su localización en el hígado. El dolor en el hipocondrio derecho es constante, puede tener irradiación hacia el hombro y acompañarse de distensión abdominal, colestasis, hipertensión portal, cirrosis biliar y/o ascitis. No hay que esperar la aparición de estos síntomas para sospechar la naturaleza parasitaria de un quiste, las imágenes características han sido descritas4 y la intradermorreacción de Casoni o de Montenegro son útiles, así como la prueba ELISA IgG anticuerpos contra Echinococcus con una sensibilidad del 94% y una especificidad del 99%3,4.
El tratamiento de qH sintomático mayor de 5 cm es quirúrgico y es un criterio entendido por la mayor parte de los autores y cirujanos de hígado, quedando los tratamientos menos agresivos para los quistes menores de estas dimensiones4. El tratamiento médico sobre la base de albendazol se recomienda en quistes menores asintomáticos. El tratamiento ideal por cirugía sería la resección hepática, que permitiría eliminar completamente la afección; sin embargo, esta modalidad se puede ofrecer en contadas ocasiones, dependiendo de su localización y un poco menos si se intenta por laparoscopia1,3,4. La mayoría de las veces, el tratamiento quirúrgico incluye la extracción del líquido del quiste mediante punción y su esterilización con el uso de diferentes soluciones, como pueden ser la formalina, la dextrosa hipertónica o la solución salina hipertónica4, hecho lo cual se efectúa una fenestración retirando la porción de la pared más prominente para realizar la extracción completa de las membranas. En los casos en los cuales existe el crecimiento de nuevas vesículas hacia el exterior, o sea, hacia el parénquima hepático, se recomienda extirpar la capa adventicia, lo que expone a una hemorragia importante (periquistectomía)4,5. En la serie de Nari, de 25 pacientes tratados con 7 técnicas quirúrgicas, se obtuvo una mortalidad de un paciente6.
El tratamiento quirúrgico por laparoscopia se presenta como un procedimiento factible, una vez que se han estudiado correctamente la ubicación del quiste y sus dimensiones4,5, a condición de que no se trate de un quiste de situación posterior6,7. Hay reportes recientes de tratamiento laparoscópico mediante resección hepática con el uso de ultrasonido transoperatorio, bisturí armónico o el Ligasure y la morcelación del quiste para facilitar su extracción6-8.
Algunos autores han efectuado, sobre todo en Sudamérica, el manejo para quistes menores de 5 cm, por punción percutánea, evacuación y esterilización del quiste. Este procedimiento expone a la de diseminación de protoescólices por la aguja.
El tratamiento médico es recomendable en todos los casos mediante la administración de albendazol o mebendazol en el preoperatorio, con la intención de eliminar el parásito a nivel intestinal y en otros órganos.
Las medidas higiénicas de prevención son conocidas por todos y deben tender a evitar el contacto con los mamíferos huéspedes intermedios4. Algunos esfuerzos de detección se han hecho mediante el uso de ultrasonido portátil y prueba sanguínea de inmunoelctrotransferencia en zonas endémicas de Perú, con buenos resultados9. El tratamiento de las mascotas en el ámbito familiar es obligado mediante prasicuantel4. Actualmente, se dispone de una vacuna en la Argentina para aplicarla al ganado susceptible de contraer el parásito EG.
ConclusiónEn presencia de un quiste mayor de 5cm originado en un paciente proveniente de un medio de convivencia animal, y en ausencia de imágenes típicas y análisis de laboratorio sospechoso, se recomienda la exploración quirúrgica. A la apertura del quiste, el hallazgo de la membrana blanquecina nos orienta al diagnóstico parasitario, en cuyo caso el manejo debe ser el ya prescrito.