La cirrosis hepática (CH) sigue siendo una causa frecuente de mortalidad a nivel mundial. En Norteamérica, la CH es la duodécima de muerte1. Sin embargo, establecer el pronóstico en los pacientes con CH sigue siendo un reto clínico, ya que este puede ser muy variable y depende de muchos factores, como la etiología, el estado de función hepática, la presencia y la severidad de la hipertensión portal, la posibilidad de tratamiento y el potencial desarrollo de hepatocarcinoma2.
De manera práctica, sabemos que los pacientes con cirrosis descompensada tienen peor pronóstico (mediana de sobrevida de 2 años) en comparación con los pacientes compensados (mediana de sobrevida de 9-12 años)3. Podemos utilizar escalas convencionales, como Child-Pugh4 o MELD score5, que nos ayudan a establecer el pronóstico e incluso priorizar a pacientes a trasplante hepático.
Sin embargo, cuando los pacientes con CH son hospitalizados, la mortalidad aumenta de manera significativa, en un rango del 44 al 74%6. La variabilidad de estos resultados no está determinada principalmente por la gravedad de la enfermedad hepática, sino por el grado de falla orgánica. Existen varios modelos predictivos de mortalidad en pacientes con insuficiencia hepática crónica agudizada (IHCA). Uno de estos modelos es el desarrollado por el estudio CANONIC (Chronic Liver Failure in Cirrhosis). Este es un estudio prospectivo y multicéntrico, fue llevado a cabo por el Consorcio Europeo para el Estudio de la Falla Hepática Crónica (CLIF), que tuvo como objetivos desarrollar una definición clínica para la IHCA y establecer un modelo para evaluar el riesgo de mortalidad a corto plazo en estos pacientes7. Este modelo tiene mejores valores predictivos de mortalidad comparado con los modelos clásicos como el MELD y MELD-Na8.
Un estudio en Barcelona, España, que evaluó 12,671 hospitalizaciones de pacientes con CH del 2003 al 2010, demostró que la mortalidad intrahospitalaria global en los pacientes con IHCA fue del 11.6%9, y que hubo una disminución del 27% en la mortalidad intrahospitalaria durante el periodo 2006–2010, comparado con el periodo 2003–2005. Los autores concluyeron que la mortalidad intrahospitalaria ha disminuido de manera significativa en años recientes9. Esta disminución de la mortalidad parece deberse a la detección más temprana de cirrosis con métodos diagnósticos no invasivos y a el mejor manejo de las complicaciones asociadas. Este estudio también demostró que la causa más frecuente de mortalidad fue el síndrome hepatorrenal, seguido de la peritonitis bacteriana espontánea, encefalopatía hepática y neumonía. Otro factor de riesgo significativo para mortalidad fue la admisión a la unidad de cuidados intensivos9.
Otro estudio similar del Reino Unido10 demostró un incremento en la mortalidad a 30 días en pacientes con cirrosis y la presencia de fallas orgánicas de acuerdo con la clasificación de Sepsis Organ Failure Assessment (SOFA) modificada fue significativamente mayor en comparación con pacientes sin falla orgánicas (58% vs. 8%). Además, la progresión de la(s) falla(s) orgánica(s) se asoció con enfermedad hepática avanzada e inflamación sistémica y la mortalidad a 3 años en los pacientes que se recuperaron de la falla orgánica fue prácticamente universal10.
Latinoamérica cuenta con pocos estudios que evalúen la mortalidad de pacientes con cirrosis, de ahí la importancia de esta edición de la Revista de Gastroenterología de México. En el presente artículo, de Zubieta-Rodríguez et al11. determinaron la mortalidad y las características clínicas de pacientes con ICHA en un hospital de tercer nivel en Bucaramanga, Santander, Colombia. Los autores evaluaron a pacientes con ICHA detectados entre marzo del 2015 y febrero del 2016 e incluyeron a un total de 81 pacientes. La principal etiología de CH fue la alcohólica y la mortalidad hospitalaria fue del 24%. La principal causa de mortalidad fue sepsis en el 68% (infección de vías urinarias 30%), seguido de choque hipovolémico en el 11%, hepatocarcinoma en el 11% y falla renal aguda en el 5%. Los resultados del estudio de Zubieta-Rodríguez et al.11 son similares a lo reportado en estudios de Perú y Ecuador12,13; sin embargo, difieren de lo reportado en estudios de Norteamérica y Europa, ya que en estos el síndrome hepatorrenal fue la principal causa de mortalidad.
Así mismo, el estudio de Zubieta-Rodríguez et al11. identificó variables relacionadas de forma independiente con la mortalidad hospitalaria, como el puntaje de MELD ≥18 (OR 7.4, p<0.05), valor de albúmina < 2.5 g/dl (OR 6.7, p<0.05) y recuento de leucocitos > 12×109/l (OR 11.6, p<0.05). Los resultados del estudio son similares a previos reportes donde los pacientes con IHCA con un puntaje MELD ≥ 18 y/o un puntaje CLIF-C mayor (con falla orgánica) tienen una mortalidad significativamente mayor.
El trabajo de Zubieta-Rodríguez et al11. enfatiza la importancia de los estudios en diferentes poblaciones, ya que las causas de mortalidad y los factores de riesgo asociados a peores desenlaces son heterogéneos. El presente trabajo debe estimular la realización de estudios en otros países de Latinoamérica, para tratar de precisar más objetivamente los factores de riesgo de mortalidad e implementar estrategias para disminuir la morbimortalidad de los pacientes con CH.
Conflicto de interesesLos autores no tienen ningún conflicto de intereses.
Véase contenido relacionado en DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.rgmx.2016.10.002, Zubieta-Rodríguez R, Gómez-Correa J, Rodríguez-Amaya R, et al. Mortalidad hospitalaria en pacientes cirróticos en un hospital de tercer nivel. Rev Gastroenterol Méx. 2017;82:203–9.