Los trastornos en la alimentación (TA) son frecuentes en niños pequeños pudiendo presentarse en aproximadamente el 20% al 30% de los niños sanos. El origen es multifactorial, interviniendo alteraciones anatómicas, funcionales y conductuales.1,2 Los TA incluyen a los trastornos en la deglución (TD), los cuales son únicos en la infancia y deben diferenciarse de los del adulto. En el niño, la deglución implica un proceso evolutivo complejo, con cambios fisiológicos, estructurales y en las conexiones con el sistema nervioso central.3,4
La deglución es un mecanismo de coordinación neuromuscular en el que participan estructuras orales, faríngeas, la laringe y el esófago, y que permite el paso de secreciones endógenas, o de alimento desde el exterior hasta el estómago, con interrupción del acto respiratorio.5,6
El conocimiento del desarrollo y de los cambios en la maduración de la deglución ocurridos desde el feto hasta el niño mayor es fundamental. Al inicio consiste en un proceso reflejo que va madurando a un mecanismo regulado corticalmente, en concordancia con el desarrollo del sistema nervioso central, el crecimiento del individuo y el desarrollo de las estructuras anatómicas involucradas en los procesos aerodigestivos.3, 7
La faringe es un sitio común a los aparatos respiratorio y digestivo (encrucijada aerodigestiva) y cambia con el crecimiento del niño. Durante la lactancia, la laringe se encuentra aproximadamente a la altura de las vértebras C1 a C3, estando la lengua, la epiglotis y el velo palatino prácticamente adheridos produciendo un cierre natural que impide el paso del alimento a la laringe. Entre los 2 y 3 años, la laringe desciende y existe un espacio común más amplio, siendo la aspiración más fácil frente a pequeñas incoordinaciones.
La boca, la faringe y el esófago representan la unidad neuromuscular más compleja del organismo y sus funciones se relacionan primariamente con el sistema digestivo. Su participación en el sistema respiratorio, la producción del habla y la ventilación del oído medio complica más la fisiología de esta región que se encuentra regulada por mecanismos involuntarios (reflejos) y voluntarios. En la deglución intervienen 26 músculos y cinco pares craneanos .
Por la complejidad de lo expuesto, los TA y TD deben ser evaluados y tratados por un equipo multidisciplinario integrado por profesionales especializados: gastroenterólogo pediatra, fonoaudiólogo, psicólogo, nutricionista, personal de enfermería y asistente social.8-10
La Unidad de Trastornos en la Alimentación (UTA) inició sus actividades hace ocho años en forma simultánea a nivel de salud pública y privada utilizando el mismo equipo técnico. La metodología aplicada es única en el país y consiste en trabajo multidisciplinario con la presencia simultánea de los profesionales. Se presta atención a niños de 0 a 14 años afectados de TA. La UTA se ha constituido en el centro de referencia para el personal médico, tanto para consulta como para educación, investigación e implementación de planes de manejo individual (tratamiento) a ser cumplidos por todos los que participan en el cuidado de estos niños (profesionales de la salud y cuidadores).
Los pacientes atendidos en el hospital son evaluados en una misma instancia por cuatro profesionales (pediatra gastroenterólogo, nutricionista, fonoaudióloga y psicóloga) que ven al niño en forma integral analizando y solucionando las diferentes áreas, con lo cual se optimizan los recursos existentes, se reduce el número de consultas en policlínica y en la emergencia así como el número de hospitalizaciones e ingresos en CTI y el costo de tratamiento, y se ofrece mejor calidad de vida para el paciente y su familia, mejora el manejo de pacientes con trastornos severos (neurológicos, malformaciones congénitas), y se brinda apoyo a los familiares.
La observación durante la alimentación es uno de los pilares fundamentales del diagnóstico; los aspectos más importantes tienen que ver con las técnicas alimentarias (pecho directo, biberón, vasito, cuchara), la postura, las texturas (líquidos, papillas, sólidos), y los implementos.
Los TA son un problema frecuente en pediatría pero solo 1% a 2% de los pacientes tendrá complicaciones graves. Los TA pueden clasificarse en orgánicos, funcionales y conductuales.
¿ Trastornos orgánicos
Alteraciones estructurales que se relacionan con la alimentación: defectos anatómicos que comprometen paladar, lengua, esófago.
Alteraciones neurológicas: parálisis cerebral, agenesia del cuerpo calloso, síndrome hipóxicoisquémico, epilepsia, distrofia muscular, hidrocefalia, microcefalia.
Accidentes: accidentes de tránsito, traumatismo craneofacial, ingesta de cáusticos, ahogamiento.
Síndromes genéticos: Síndromes de Down,
Turner y Prader Willy.
Otras patologías: trastornos generalizados del desarrollo, espectro autista, retardo mental, episodios que ponen en riesgo la vida, apneas, sofocación.
¿ Trastornos conductuales
Alteraciones sociales y psíquicas.
Durante el periodo comprendido entre agosto de 2002 y julio de 2009, analizamos el tipo de TA más frecuente en la población de niños que acuden a la UTA provenientes de todo el país, derivados al Centro Hospitalario Pereira Rossell (centro de referencia en Uruguay).
Estudiamos a 281 niños, de ambos sexos, media de edad de 40 meses, 27% de ellos prematuros.
De 281 niños llevados a consulta, clasificamos a 253, de lo cual surgen los siguientes porcentajes: trastornos orgánicos 149 (59%), trastornos funcionales 101 (40%), trastornos conductuales 3 (1.2%).
Es importante que el pediatra general y gastroenterólogo realicen derivaciones tempranas para poder obtener resultados óptimos.10
En la Tabla 1 se muestran los síntomas y signos que deben alertar al pediatra general o gastroenterólogo a realizar una consulta con un equipo multidisciplinario con experiencia en TA en niños pequeños.
¿ Trastornos funcionales
Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), recién nacidos pretérmino.