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Vol. 86. Núm. 3.
Páginas 313-315 (julio - septiembre 2021)
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Proctitis ulcerada asociada a linfogranuloma venéreo
Ulcerative proctitis associated with lymphogranuloma venereum
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G. Mosquera-Klinger
Autor para correspondencia
gami8203@yahoo.com

Autor para correspondencia. Calle 78B #69-240, Consultorio 154, Hospital Pablo Tobón Uribe, Medellín, Colombia.
, S. Berrio, J.J. Carvajal, F. Juliao-Baños, M. Ruiz
Unidad de Gastroenterología y Endoscopia Digestiva, Hospital Pablo Tobón Uribe, Medellín, Colombia
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El diagnóstico diferencial de proctitis en hombres que tienen sexo con hombres (HSH) suele ser difícil ya que se incluyen múltiples causas de origen infeccioso, inflamatorio e incluso traumáticas. El linfogranuloma venéreo (LGV) es una infección de transmisión sexual causada por Chlamydia trachomatis (C. trachomatis). Suele manifestarse como una pápula ulcerada e indolora en genitales, adenopatías inguinales y como proctitis distal1. La progresión de la enfermedad, con relación a un diagnóstico tardío puede provocar complicaciones graves como estenosis rectal, obstrucción y perforación1,2.

Presentamos el caso de un paciente de 35 años, con antecedente de infección por VIH diagnosticado en 2012 a propósito de una meningitis por Epstein Barr. En la actualidad en tratamiento con terapia antirretroviral altamente efectiva con raltegravir 400mg, tenofovir/emtricitabina 300/200mg, con conteo de linfocitos CD4+ de 248 células y carga viral indetectable. Portador asintomático de infección por hepatitis B.

Ingresó por cuadro clínico de 3 meses de evolución consistente en dolor intenso en la región recto-anal, disquecia, pujo, tenesmo, asociado a episodios frecuentes de rectorragia. En la revisión por sistemas mencionaba picos febriles ocasionales, astenia, adinamia, hiporexia, mialgias y artralgias.

Al examen físico se destacaba la presencia de dolor en hipogastrio, sin irritación peritoneal. En la evaluación perianal se observó una fisura anal posterior profunda, con marcado edema del canal anal. No se palpan adenopatías en región inguinal, tampoco lesiones en la piel. Debido a sus antecedentes, se decidió descartar la coinfección por otras infecciones de transmisión sexual u oportunistas. Se solicitó serología VDRL, IgM para Epstein Barr y una rectosigmoidoscopia para la evaluación de la mucosa, canal anal y toma de biopsias.

En la rectosigmoidoscopia se describen severos cambios inflamatorios y úlceras inflamatorias profundas de bordes irregulares que comprometían el recto medio y distal, con compromiso del canal anal (fig. 1A-C). Se tomaron biopsias para identificar el agente causal. Dentro de la patología se describe abundante infiltrado linfoplasmocitario de la mucosa, sin cambios citopáticos virales, con atrofia y sin displasia. El examen directo con técnicas para micobacterias, citomegalovirus, hongos fueron negativos, así como cultivo de Thayer Martin para infección por Neisseria gonorrhoeae (N. gonorrhoeae), y la PCR para hongos y micobacterias. Por lo cual se ordenó PCR en tejido C. trachomatis. La serología VDRL para sífilis fue reactiva en 16 diluciones. Por ello, aparte del tratamiento con doxiciclina 100mg por vía oral cada 12h, se le administró penicilina benzatínica 2,4 millones/semana por 3 semanas.

Figura 1.

A. Rectosigmoidoscopia donde se evidencian severos cambios inflamatorios sobre la primera y segunda válvula de Houston: marcado edema, eritema y úlcera profunda recubierta de fibrina. 1B. Severo compromiso inflamatorio en recto distal, con evidente edema, engrosamiento mucoso. 1C. Deformidad y úlcera profunda a nivel del recto distal de bordes irregulares, aspecto geográfico con compromiso del canal anal.

(0.11MB).

Reingresó 2 semanas después a urgencias por un cuadro de dolor abdominal, con escaso sangrado rectal. Se solicitó tomografía axial computarizada y una rectosigmoidoscopia. La primera imagen descartó perforación y colecciones asociadas. En la rectosigmoidoscopia se evidencia mejoría significativa de los cambios inflamatorios, así como presencia de úlceras en cicatrización (ver fig. 2A-C). Tras el control sintomático, el paciente fue dado de alta, y completó el tratamiento con doxiciclina durante 21 días.

Figura 2.

A. Rectosigmoidoscopia donde se evidencia mejoría notable de los cambios inflamatorios 2 semanas tras tratamiento: primera y segunda válvula de Houston. 2B. Notable mejoría de los cambios inflamatorios en recto distal. 2C. Retroflexión del recto mostrando la cicatrización mucosa e incluso mejoría de los hallazgos en cercanía del canal anal.

(0.11MB).

La proctitis infecciosa en HSH, en especial en quienes tienen historia de VIH, es variada. Los patógenos más frecuentes son N. gonorrhoeae, C. trachomatis, virus del herpes simple y Treponema pallidum2,3. En un estudio australiano se encontraron diferencias en la prevalencia de los gérmenes causales de proctitis infecciosa en HSH según su estado inmunológico3. En quienes tenían historia de infección por VIH el germen más frecuente fue el virus del herpes simple, en cambio en los VIH negativos fue más frecuente el LGV. En dicho estudio no existieron diferencias estadísticamente significativas relacionadas con su estatus VIH en cuanto a síntomas. La proctitis por LGV se caracteriza por descarga anal purulenta, pujo, tenesmo, disquecia y alteración del hábito intestinal. En ocasiones, puede presentarse con fiebre, malestar general, pérdida de peso, rectorragia o hematoquecia. En un estudio español donde analizaron las manifestaciones anorrectales de pacientes con infección de transmisión sexual, los síntomas con más frecuencia descritos fueron dolor anal, disquecia, secreción purulenta anorrectal, pujo, tenesmo y/o sangrado rectal4. En dicho trabajo se encontró que el 74% de los pacientes que tuvieron síntomas anorrectales con duración mayor de 1 mes y en todos a quienes se les documentó proctitis asociado a úlceras rectales tuvieron LGV4. En el LGV se reconocen 3 estadios: el primero es caracterizado por la presencia de úlceras dolorosas o no en el sitio de contagio, que pueden durar hasta 4 semanas; segundo, hay formación de linfadenopatías y abscesos; finalmente, si no se tiene un tratamiento adecuado, la infección avanza a la tercera etapa donde se pueden presentar complicaciones graves como fístulas, infertilidad, elefantiasis o estenosis1.

En los estudios endoscópicos los hallazgos van desde cambios inflamatorios leves, úlceras profundas con bordes elevados y morfología geográfica, con frecuencia se observa exudado fibrinoide y/o mucopurulento, hasta estenosis y apariencia tumoral5–8. Estos hallazgos podrían ser indistinguibles de la enfermedad inflamatoria intestinal, adenocarcinoma o linfoma rectal. Los hallazgos más frecuentes en las biopsias son tejido de granulación, con infiltrados linfoplasmocitario y fibrosis, signos de proctitis inespecífica. Los hallazgos endoscópicos no son específicos, por lo tanto, se debe tener alta sospecha clínica en HSH con proctitis ulcerada para complementar con amplificación de ácidos nucleicos mediante PCR a partir de secreciones o muestras del tejido afectado incluso en presencia de otras infecciones de transmisión sexual9.

Responsabilidades éticasProtección de personas y animales

Este trabajo cumple con la normativa vigente en investigación bioética y obtuvo la autorización del comité de ética de la institución.

Confidencialidad de los datos

No se solicitó consentimiento escrito, debido a que los datos están protegidos cuidadosamente, no hay datos en la historia clínica, ni en las imágenes que permitan identificar al paciente del caso clínico.

Derecho a la privacidad y consentimiento informado

Los autores declaramos que este artículo no contiene información personal que permita identificar al paciente.

Financiación

No tuvo ningún tipo de financiación.

Conflicto de intereses

Los autores declaramos no tener conflictos de interés.

Referencias
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