Los quistes mesentéricos son tumores intraabdominales muy raros con mínimos síntomas clínicos que dificultan su diagnóstico preoperatorio. El diagnóstico se realiza generalmente por ultrasonido o tomografía computarizada de abdomen. El diagnóstico diferencial debe ser con otros tumores abdominales o retroperitoneales. El tratamiento es quirúrgico con resección completa del quiste por laparotomía o por laparoscopia.
Debido a que no es frecuente pensar en este tipo de lesiones en el preoperatorio y que la sintomatología que presentan puede ser muy ambigua, se presenta el caso de un quiste mesentérico gigante cuyo diagnóstico fue sospechado en el preoperatorio además de haber sido confundido con otra patología.
Se trató de paciente femenino de 65 años de edad, ama de casa, G1, P0, A1, C0, con antecedente de embarazo ectópico roto, a los 30 años de edad, y laparotomía exploradora, con sangrado profuso transoperatorio y varias transfusiones en el postoperatorio. Inició su padecimiento actual 2 años antes con crecimiento paulatino del abdomen, no doloroso, que llegó a ser incapacitante, provocando incluso disnea al decúbito dorsal, imposibilidad para incorporarse por sí sola y limitación para la deambulación por dificultad respiratoria.
Fue revisada y manejada por su médico general, quien posterior a múltiples tratamientos fallidos con diuréticos para su aparente ascitis progresiva, decide remitirla para su control y manejo de cirrosis por hepatitis postransfusional.
Al recibirla presentaba disnea de pequeños esfuerzos, sin caquexia, ni ictericia, con aumento importante y a tensión del volumen abdominal pero sin ningún estigma de hepatopatía crónica.
Se realizaron: biometría hemática, química sanguínea y pruebas de funcionamiento hepático que fueron todas normales, sin ningún dato de falla hepática o trombocitopenia por hiperesplenismo. Dado que se pensó en la posibilidad de una tumoración intraabdominal, se descartó el ultrasonido y se decidió realizar una tomografía abdominal simple y contrastada que reveló hígado de consistencia y morfología normal, pero rechazado en forma importante hacia el abdomen superior debido a una gran masa intraabdominal de pared delgada, de contenido líquido, que rechazaba a todas las vísceras intraabdominales, sospechando el diagnóstico preoperatorio de un probable quiste mesentérico gigante, que abarcaba toda la cavidad abdominal (figs. 1 y 2).
Habiendo descartado hepatopatía crónica y con pruebas de coagulación normales, se decidió su intervención quirúrgica por laparotomía abierta, encontrando efectivamente un quiste mesentérico gigante, no adherido a ninguna víscera y solo con nutrición a través de su hilio, que nacía del mesenterio del rectosigmoides. La paciente sale a recuperación y a su cuarto sin más alteraciones, siendo egresada al segundo día tolerando bien la vía oral.
El reporte del estudio de histopatología correspondió a: quiste mesentérico (mesotelial).
Los quistes mesentéricos son tumores quísticos intraabdominales muy raros con prevalencia de 1:100,000 a 1:250,000 de las hospitalizaciones en adultos y 1:20,000 en la población infantil1-4.
El origen de los quistes mesentéricos no está muy claro y se han considerado: obstrucción de los conductos linfáticos, daño de los conductos linfáticos, degeneración de los ganglios linfáticos, proliferación de tejido linfático ectópico y falla de las hojas mesentéricas para fusionarse. Se han mencionado también dentro de su etiología: enfermedades congénitas, divertículos, cirugía en la cavidad pélvica y enfermedad pélvica inflamatoria5.
Generalmente, son asintomáticos y benignos con crecimiento paulatino, más frecuentes en mujeres que en hombres, siendo detectados a cualquier edad, pero teniendo su mayor incidencia entre los 40 a 70 años6.
Su tamaño varía siendo un promedio de hasta 10cm de diámetro. No causan sintomatología específica y cuando aparece está relacionada con el tracto gastrointestinal; sin embargo, es sumamente rara la torsión, la rotura o la oclusión intestinal causando síntomas agudos al presentarse7,8.
En algunos casos raros se han presentado complicaciones como infección, hemorragia, vólvulus, perforación e íleo y abdomen agudo9,10.
Como toda tumoración intraabdominal, el diagnóstico es sencillo de realizar por ultrasonido o por tomografía, pero el diagnóstico preciso y preoperatorio de quiste mesentérico es difícil por ser una entidad muy rara y sin algún síntoma específico.
La resección quirúrgica completa es el tratamiento de elección y puede realizarse por laparotomía o por laparoscopia4,9.
En la mayoría de los casos, su pedículo se encuentra en el mesenterio del intestino delgado, involucrando a este órgano, por lo que es frecuente que se tenga que realizar una resección intestinal y anastomosis término-terminal posterior a la resección en bloque del quiste. En otros casos, el pedículo se localiza en el mesenterio del colon descendente o del recto8.
Nuestra paciente fue remitida con un diagnóstico erróneo, posterior a múltiples tratamientos diuréticos, confundiéndose el quiste gigante con ascitis intratable a tensión secundaria a una supuesta cirrosis posthepatitis postransfusional.
El presente caso es interesante, primero porque se realizó el diagnóstico en el preoperatorio por la tomografía abdominal, lo que es sumamente raro y, segundo, por las grandes dimensiones del mismo.
En tumoraciones más pequeñas es posible intentar la resección por laparoscopia, pero dado el tamaño del presente caso se decidió por la laparotomía, la cual se llevó a cabo puncionando primero el quiste con descompresión paulatina para no provocar alteraciones hemodinámicas, obteniendo 11 l de líquido cetrino transparente (fig. 3) y, ya vaciado, se localizó su pedículo vascular en el mesenterio del rectosigmoides, que se pinzó y cortó (figs. 4 y 5).
La evolución postoperatoria fue muy satisfactoria, egresándose a las 48 h, sin complicaciones, y en el seguimiento a 48 meses no ha habido ninguna recidiva o complicación inherente al padecimiento o a la cirugía.
El reporte de histopatología fue de quiste mesentérico de tipo mesotelial correspondiendo al tipo 2 de la clasificación utilizada actualmente, que considera 6 variantes basada en las características histopatológicas: 1) quiste de origen linfático (quistes linfáticos simples y linfangiomas); 2) quistes de origen mesotelial (quiste mesotelial simple, mesotelioma quístico benigno y mesotelioma quístico maligno); 3) quistes de origen entérico (quistes entéricos y quistes por duplicación entérica); 4) quistes de origen urogenital; 5) teratoma quístico maduro (quistes dermoides); y 6) seudoquistes (quistes infecciosos y traumáticos)1. Su malignidad se presenta sólo en un 3% de los casos4.
Concluyendo, los quistes mesentéricos son una entidad rara, de crecimiento lento, sin datos clínicos patognomónicos, cuyo diagnóstico no se considera en el preoperatorio, que generalmente se diagnostican como hallazgo de imagenología y que todos deben resecarse por laparotomía o por laparoscopia.
FinanciaciónNo se recibió patrocinio de ningún tipo para llevar a cabo este artículo.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.