Hemos leído con interés el artículo de M.A. Valdovinos-Díaz et al.1 intitulado «Recomendaciones de buena práctica clínica para el manejo de la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Revisión por expertos latinoamericanos», publicado en la Revista de Gastroenterología de México.
Queremos referirnos específicamente a la recomendación número3, la cual dice: «En pacientes con síntomas típicos sin datos de alarma recomendamos una prueba con los inhibidores de la bomba de protones (IBP) a dosis estándar por 2 a 4 semanas y en casos de dolor torácico no cardiaco por 4 a 8 semanas».
Es claro que esta recomendación ha sido emitida durante años incluso por las guías internacionales. Sin embargo, ante la emergencia de la esofagitis eosinofílica (EEo) en nuestros países latinoamericanos, pensamos que es prudente revisar las implicaciones que tiene en el diagnóstico temprano de la EEo.
Se ha observado que del 10 al 80% de los pacientes adultos con EEo pueden tener pirosis y regurgitación, incluso sin ERGE demostrado por monitoreo ambulatorio de pH esofágico2. Aunque se acepta que la fisiopatología de ambas entidades es diferente, el reflujo puede tener algún papel en el desarrollo de EEo en etapas tempranas. Lo relevante es que ambas tienen historia natural y desenlace clínico distintos. Por otro lado, del 40 al 70% de los pacientes con EEo responden clínica e histológicamente a IBP3. Su mecanismo de acción es diferente a la supresión de ácido. Los IBP pueden afectar vías implicadas en la inflamación de la EEo dando efectos similares a los esteroides tópicos.
Por lo anterior, la prueba con IBP en pacientes con pirosis, sin diagnóstico previo de ERGE, sin tomar en cuenta los factores clínicos de riesgo conocidos de la EEo, pudiese enmascarar la mitad o más de los enfermos con EEo.
En Latinoamérica, la EEo es una enfermedad poco común4. Las probables causas en comparación con países de alta prevalencia (Estados Unidos, Europa, Canadá) han sido discutidas en otros textos (genéticas, ambientales, culturales, etc.). Sin embargo, podrían incluirse, además: la baja sospecha diagnóstica debido al desconocimiento de la enfermedad, la ausencia de la toma de biopsias durante las endoscopias en impactación alimentaria y las maniobras como la prueba con IBP, las cuales conducirían al subdiagnóstico de la enfermedad.
Pensamos que la administración de la prueba con IBP debería evaluarse con cautela en pacientes jóvenes (20 a 45años), de sexo masculino, con disfagia intermitente y sobre todo con un fondo atópico. Estos pacientes se beneficiarían más de una endoscopia digestiva superior con biopsias de esófago con el fin de obtener un diagnóstico preciso5.
Lo ideal es medir objetivamente, en un estudio prospectivo, el impacto que tiene la prueba con IBP en el diagnóstico de EEo en nuestros países. Mientras tanto, las evidencias hasta ahora publicadas sobre la fisiopatología, la clínica y la terapéutica de ambas entidades podrían razonablemente tomarse como base para enfocar de una manera diferente el paradigma que ha prevalecido con la prueba con IBP.
FinanciaciónNinguna.
Conflicto de interesesDeclaramos que no existen conflictos de intereses de ningún tipo que puedan influir en el contenido de esta carta.